miércoles, 17 de diciembre de 2008

Nigeria: Deja a los más desfavorecidos sin techo.

Makoko es un suburbio de Lagos (Nigeria), donde miles de personas se hacinan en condiciones insalubres de extrema pobreza. Mientras tanto, el Estado nigeriano ingresa enormes cantidades de dinero por las exportaciones de petróleo. A pesar de los avances, los derechos humanos son papel mojado para muchas personas en el mundo.

Aproximadamente 3.000 residentes de la comunidad de Makoko en Lagos, la capital comercial de Nigeria, fueron desalojados por la fuerza de sus casas. Llegaron excavadoras y comenzaron a derribar casas, iglesias, y centros médicos. Amnistía Internacional visitó Makoko y habló con decenas de desalojados. A ninguno se le había proporcionado alojamiento alternativo adecuado y muchos quedaron privados de escolarización o medios de sustento. Los desalojados se quejaban de que no se les había avisado con antelación ni se les había consultado sobre los desalojos previstos. Algunos de ellos, entre los que había niños y niñas, habían recibido palizas de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y sufrían heridas a consecuencia de la desproporcionada fuerza empleada; a otros las fuerzas de seguridad del Estado les habían destruido sus casas y todas sus pertenencias.

Estos desalojos se llevaron a cabo para ejecutar una sentencia judicial que otorgaba la propiedad de la zona a un terrateniente particular.

La pobreza está muy extendida en Nigeria. Siete de cada 10 nigerianos viven con menos de un dólar estadounidense al día, valor de referencia que el Banco Mundial utiliza para medir la pobreza absoluta.
En Nigeria, 1 de cada 18 mujeres embarazadas muere por causas relacionadas con el embarazo, uno de los índices más altos registrados en el mundo. Esto es así a pesar de que Nigeria es el mayor productor de petróleo de África, y el quinto mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Las comunidades afectadas por los desalojos forzosos han sufrido una desatención crónica por parte del gobierno. Tienen escaso acceso a agua limpia, y a menudo carecen de electricidad o alcantarillado. La concentración demográfica es extremadamente densa. En ocasiones una familia entera vive en una sola habitación. En Makoko, por ejemplo, según un informe realizado por una consultoría internacional, sólo el 1,8 por ciento de los hogares disponen de conducción de agua potable, no hay aseos públicos y hasta nueve familias comparten una letrina de pozo.

Para muchos habitantes de estos lugares la vida ofrece poca seguridad; ninguna esperanza de trabajar en el sector formal, y con suerte una comida al día. Las mujeres están especialmente expuestas a la violencia, que les afecta sobre todo a ellas. En general, las casas a menudo no son más que un improvisado refugio de madera, o una habitación en una casa de hormigón y ladrillo en la que comparten la vivienda, la cocina y las instalaciones de aseo con muchas otras familias.


Extrato de AI.

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