viernes, 19 de junio de 2009

VICENTE FERRER, EN PAZ DESCANSES

Ayer jueves, falleció un hombre, pero no un hombre cualquiera, un hombre bueno, luchador incansable, utópico, incansable, misionero, solidario, etc. etc.. Su nombre VICENTE FERRER.

Vicente Ferrer dedicó su vida a ayudar a los desfavorecidos (porque otro MUNDO ES POSIBLE), de Anantapur, distrito de Andhra Pradesh de 19.130 kilómetros cuadrados (algo menor que Ciudad Real) y una de las zonas más pobres de la India. En 1969 creó la Fundación Vicente Ferrer, que cuenta con más de 155.000 activos colaboradores.

Construir un mundo mejor. Es la máxima que siguió Vicente Ferrer en vida. Su labor de misionero se centró en las gentes de la India. Siempre al lado de los más pobres

La labor de Vicente Ferrer en la India despertó la simpatía de los campesinos hacia su figura. Un sentimiento que se justifica por los métodos que ha utilizado siempre: acercarse a la gente, interesarse por sus necesidades, ganar su confianza y tratar de dar solución al sufrimiento de los más pobres.

La Fundación centra sus esfuerzos en el distrito rural de Anantapur, y más concretamente con los 'dálits' o 'intocables', un grupo al que se considera sin casta y a quienes históricamente se ha condenado a realizar los trabajos más serviles y humillantes de la sociedad.

Gracias al trabajo de Rural Development Trust (RDT), la primera organización creada por Vicente Ferrer en la India, los habitantes de Anantapur gozan de infraestructuras, escuelas, hospitales y otros muchos servicios básicos.

Las mujeres han sido beneficiadas de forma especial del trabajo desarrollado por Vicente Ferrer en la India. Women Development Trust (WDT), organización paralela a RDT, ha ido creciendo desde 1982 hasta convertirse en alma gemela de su predecesora en cuanto a áreas de trabajo.

Desde los inicios de la Fundación, Ferrer vivió sobre el terreno los desastres acaecidos en la India.

Su labor constante con los campesinos despertó la ira de la clase dirigente, y en 1968 fue expulsado del país. Ferrer fue testigo de cómo su apoyo a los más desfavorecidos era recíproco, de cómo se había ganado con su trabajo diario el respeto de miles de personas. A sólo dos días de tener que abandonar la India, más de 30.000 campesinos recorrieron 250 kilómetros entre Manmad y Mumbai para exigir Justicia.
El misionero se despidió de la muchedumbre que decidió acompañarle al aeropuerto con una única frase: «Ya vuelvo... esperadme». Promesa que terminaría cumpliendo con la ayuda de Indira Gandhi. A su vuelta, sólo un estado indio estuvo dispuesto a acogerle: Andhra Pradesh.
Se instaló en una tierra inhóspita y paupérrima, Anantapur, donde algunos políticos siguieron obstaculizándole el camino.
Lejos de rendirse, en 1970 fundó Rural Development Trust (RDT), una organización para contribuir al desarrollo de Anantapur. Ese mismo año, el misionero abandonó la Compañía de Jesús y se casó con una periodista inglesa, Anne Perry. Fue en 1996 cuando creó su propia fundación, la Fundación Vicente Ferrer, con la intención de dar una continuidad económica a su importante labor humanitaria en la India. En 1998, sus esfuerzos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

1 comentario:

Gauss, el hijo del Molinero dijo...

Muchos héroes como este y esto seria harina de otro costal.
Que Paz Descanse